Cuando examinamos lo que los teólogos y los ministros están haciendo con la escatología, encontramos dos tendencias contrarias. Por una parte, hay una preocupación intensa por la escatología ("escatomanía"). Los teólogos conservadores han demostrado un gran interés por este tema. Los dispensacionalistas en particular lo han resaltado en sus predicaciones y en sus enseñanzas. Algunas veces se amplían las enseñanzas con esquemas enormes y detallados de los últimos tiempos. Los actuales sucesos políticos y sociales, especialmente los que hacen referencia a la nación de Israel, se identifican con las profecías de las Escrituras. El resultado es que a algunos predicadores se les ha caricaturizado con la Biblia en una mano y con el periódico en la otra.
Lo opuesto a la "escatomanía" se podría denominar "escatofobia": miedo o aversión a la escatología, o al menos evitar discutir de ella. En algunos casos, la escatofobia es una reacción en contra de los que tienen una interpretación definida de todo el material profético de la Biblia e identifican todo evento importante de la historia con alguna predicción bíblica. No queriendo que se les identifique con este enfoque sensacionalista de la escatología, algunos predicadores y profesores evitan discutir totalmente del tema. Es más, en situaciones en las que alguna idea de poca importancia sobre la escatología se ha convertido en una prueba de ortodoxia, los pastores jóvenes tienden a evitar completamente el asunto, tratando de no resultar sospechosos. Y en los casos en los que discutir de escatología se ha convertido en el tema de debate preferido, algunos pastores, para evitar las divisiones, hacen mención escasa o ninguna del milenio y de la gran tribulación. A este respecto, los temas escatológicos no son diferentes a la glosolalia.
Muchos de los temas de la escatología son confusos y difíciles de tratar. En consecuencia, los profesores y los predicadores simplemente evitan el tema. Ciertos profesores que imparten cursos de doctrina cristiana siempre están retrasados en sus clases. Por lo tanto, nunca tienen tiempo para tratar el tema del milenio y la gran tribulación. De la misma manera a los profesores de estudios del Nuevo Testamento les resulta difícil encontrar tiempo para el libro del Apocalipsis, e incluso algunos profesores de estudios del Antiguo Testamento tienen dificultades para planificar sus calendarios de manera que puedan prestar suficiente atención a los libros proféticos.