---a. Sueño del alma

Una teoría sobre el "estado intermedio" que ha sido muy popular durante años es la del “sueño del alma”. Esta es la idea de que el alma, durante el periodo entre la muerte y la resurrección, reposa en un estado de inconsciencia. En el siglo XVI, muchos anabaptistas y socinianos aparentemente se adhirieron a esta idea de que el alma de una persona muerta se encuentra como adormecida. Y hoy en día los adventistas del séptimo día enumeran entre sus “creencias fundamentales” los conceptos de que la condición del hombre en la muerte es la inconsciencia y que todos los hombres, los buenos y los malos, permanecen en la tumba desde su muerte hasta su resurrección (Los Testigos de Jehová, un grupo que se originó a partir del adventismo del séptimo día, sostiene un punto de vista similar).

La teoría del sueño del alma se apoya en gran medida en el hecho de que las Escrituras con frecuencia utilizan la imagen del sueño para referirse a la muerte. La muerte de Esteban se describe como un sueño: Habiendo dicho esto, durmió (Hechos 7:60). Pablo señala que: David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió (Hechos 13:36). Pablo utiliza la misma imagen cuatro veces en 1 Corintios 15 (vv. 6, 18, 20, 51) y tres veces en 1 Tesalonicenses 4:13-15. Jesús mismo dijo de Lázaro: Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo (Juan 11:11), y después indicó que se estaba refiriendo a la muerte (v. 14). 

Esta teoría tiene varios problemas. el primero es que hay varias referencias bíblicas a la existencia personal consciente entre la muerte y la resurrección. La más extensa es la parábola del rico y Lázaro (Lucas 16:19-31). Aunque aquí la intención de Jesús no era enseñarnos sobre la naturaleza del estado intermedio, es improbable que nos confunda sobre este tema. Otra referencia son las palabras de Jesús al ladrón en la cruz: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43). 

El segundo problema es si es legítimo concluir que los pasajes de las Escrituras que hacen referencia a la muerte como un sueño son descripciones literales de la condición de los muertos antes de la resurrección. Parece más bien que el “sueño” se podría entender simplemente como un eufemismo para el cese de la vida. No se implica nada más específico sobre el carácter del estado de la persona muerta. El uso que Jesús hace de la imagen del sueño con referencia a Lázaro (Juan 11:11) y la explicación que sigue (v. 14) apoya esta interpretación. 

Otro problema para la teoría del sueño del alma es la dificultad conceptual que va añadida a la idea de que la naturaleza humana es unitaria. De hecho, si nada en una persona sobrevive a la muerte, ¿cuál será la base de nuestra identidad? Si el alma, toda la persona, se extingue, ¿qué volverá a la vida con la resurrección? ¿En qué nos basaremos para poder mantener que lo que vuelve a la vida es la persona que murió? Parecería que estamos identificando la persona de la post-resurrección con la persona anterior a la muerte basándonos en el cuerpo que ha resucitado. No obstante, esto a su vez presenta otras dos dificultades. ¿Cómo pueden las mismas moléculas reunirse para formar la persona de la post-resurrección?
Las moléculas que formaban la persona antes de la muerte puede que se hayan destruido, hayan formado nuevos compuestos o incluso hayan ido a formar parte del cuerpo de otra persona. En conexión con esto, la incineración presenta un problema especial. Pero más allá de esto, para identificar a las personas antes de la muerte y después de la resurrección basándose en el cuerpo resucitado es mantener que la naturaleza humana es principalmente material o física. Por todas estas razones expuestas anteriormente, la teoría del sueño del alma debe rechazarse por resultar inadecuada.