---b. Purgatorio

La doctrina del purgatorio es principalmente católico romana. En esa teología, inmediatamente después de la muerte, se determina el estado eterno del individuo. El alma es consciente del juicio que Dios ha emitido sobre ella. Esto no es tanto una sentencia formal como una percepción clara de si uno es culpable
o inocente ante Dios. El alma entonces es trasladada por su propia voluntad al Cielo o al Infierno, o al Purgatoriodependiendo de lo que se merezca. El texto en el que se apoya este punto de vista es Hebreos 9:27: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. La yuxtaposición de estos dos eventos se entiende como una indicación de que inmediatamente después de la muerte hay un juicio que determina el destino de cada individuo. Los que han muerto en un estado de maldad van directamente al infierno, donde inmediatamente se darán cuenta de que están irrevocablemente perdidos. Su castigo, de naturaleza eterna, consiste tanto en haber perdido el mayor de todos los bienes como en un sufrimiento real. El sufrimiento está en proporción con la maldad del individuo y se intensificará con la resurrección. Por otra parte, los que están en un perfecto estado de gracia y penitencia, los que están completamente purificados en el momento de la muerte, van directa e inmediatamente al cielo, que se describe como un estado y un lugar, aunque debería pensarse en él principalmente como un estado. Los que, están en estado de gracia, pero no están espiritualmente perfectos, van al purgatorio. 

Otras dos características de la teoría católica sobre el estado intermedio afectan a grupos bastante limitados. El limbus patrum era el lugar para los santos muertos antes de los tiempos de Cristo. Cuando Cristo cumplió su obra expiatoria en la cruz, descendió al Seol, donde habían ido los creyentes del Antiguo Testamento, y los liberó de la cautividad. Desde entonces el limbus patrum está vacío. El limbus infantium es para los niños sin bautizar. Debido al pecado original, que sólo se puede eliminar mediante el sacramento del bautismo, ellos no pueden ir ante la presencia del Señor. Sufren el castigo por el pecado original que es la pérdida de la beatífica visión, es decir, la presencia de Dios. Sin embargo, no experimentan el castigo por el pecado real, que es el sufrimiento al que se hace referencia anteriormente.

Joseph Pohle
Joseph Pohle
El purgatorio es la característica más interesante e inusual de la enseñanza católico romana tradicional sobre el estado intermedio. Joseph Pohle (1852-1922) la define como 'un estado de castigo temporal para aquellos que, dejando esta vida en gracia de Dios, no están enteramente libres de pecados veniales o no han pagado totalmente la satisfacción debida por sus transgresiones'. Como hemos señalado, los que abandonan su vida en un estado de perfección espiritual van directamente al cielo. Los que tienen pecados mortales en sus almas o están completamente fuera de la gracia de la iglesia son consignados al infierno. Pero muchos no encajan en ninguno de estos dos grupos. Ya que nada corrupto puede entrar en el cielo, Dios no puede recibirles en su inmediata presencia. Por otra parte, no puede consignarles al infierno porque no han hecho nada que merezca un castigo tan severo. El purgatorio es un estado intermedio, por así decirlo, donde pueden limpiarse de sus pecados veniales.

Tomás de Aquino
Tomás de Aquino
Tomás de Aquino (1225-1274) argumentó que la limpieza que se produce después de la muerte es mediante sufrimiento penal. En esta vida, podemos ser limpiados realizando obras de satisfacción, pero tras la muerte eso ya no es posible. En la medida en que no seamos capaces de conseguir la pureza completa a través de las obras en la tierra, deberemos conseguirla en la vida venidera. Por esta razón, decía Tomás, 'ponemos un purgatorio o lugar de limpieza'. Tomás también sugirió que el purgatorio, como lugar de sufrimiento, está conectado con el infierno. Pohle, al contrario, argumenta que está conectado con el cielo ya que los que están en el purgatorio son hijos de Dios y más pronto o más tarde serán admitidos en el lugar de los bendecidos. Aunque su salida del purgatorio hacia el cielo finalmente es segura y definitiva, el momento en que serán liberados es incierto y el ritmo de limpieza variable.

 

El perdón de los pecados veniales se puede conseguir de tres maneras diferentes: con el perdón incondicional de Dios; sufriendo y realizando obras de penitencia; y mediante la contrición. Aunque Dios puede perdonar incondicionalmente, ha elegido que haya contrición y obras como condición para el perdón en esta vida; y no parece probable que perdone los pecados veniales incondicionalmente en el purgatorio tampoco. Como el alma en el purgatorio no es capaz de hacer obras de satisfacción, sólo puede expiar culpas mediante el sufrimiento pasivo. Pero hay también tres medios mediante los cuales las almas del purgatorio pueden ser ayudadas en su progreso hacia el cielo por los fieles que todavía están en la tierra: la misa, las oraciones y las buenas obras. Estos tres medios reducen el periodo de tiempo necesario para que el sufrimiento en el purgatorio haga todo su efecto. Cuando el alma llegue a la perfección espiritual, sin que quede ningún pecado venial, queda liberada y pasa al cielo.

La Iglesia católico romana basa su creencia en el purgatorio tanto en la tradición como en las Escrituras. Encontramos una declaración clara de la doctrina en el Decreto de unión adoptado en el Concilio de Florencia en 1439: “Las almas se limpian con las penas del purgatorio tras la muerte, y para que puedan ser rescatadas de esas penas, se pueden beneficiar de las obras de fe viva, o sea: el sacrificio de misas, oraciones, donaciones y otras obras de caridad”. El Concilio de Trento reiteró la creencia, señalando a los distintos padres de la iglesia y sínodos como autoridades para ello. Como hemos apuntado, Tomás de Aquino escribió sobre el purgatorio, y había una antigua tradición de oración, ofrecimiento de misas y donaciones en beneficio de los muertos. Tertuliano menciona las misas de aniversario por los muertos, una práctica que sugiere que se creía en el purgatorio.

El principal texto al que se alude es a 2 Macabeos 12:43-46: "Y mandó hacer una colecta en las filas, recogiendo hasta dos mil dracmas, que envió a Jerusalén para ofrecer sacrificios por el pecado; obra digna y noble, inspirada en la esperanza de la resurrección; pues si no hubiera esperado que los muertos resucitarían, superfluo y vano era orar por ellos. Mas creía que a los muertos piadosamente les está reservada una magnífica recompensa. Obra santa y piadosa es orar por los muertos. Por eso hizo que fuesen expiados los muertos: para que fuesen absueltos por sus pecados".

El texto del Nuevo Testamento que se cita con más frecuencia es Mateo 12:32, donde Jesús dice: Cualquiera que diga alguna palabra contra el Hijo del hombre, será perdonado; pero el que hable contra el Espíritu Santo, no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. Los católicos romanos afirman que este versículo implica que algunos pecados (esto es, pecados distintos a hablar en contra del Espíritu Santo), se perdonarán en el mundo venidero. Algunos católicos también citan 1 Corintios 3:15: Si la obra de alguno se quema, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Nuestros mayores motivos para rechazar el concepto de purgatorio son los que distinguen el catolicismo del protestantismo en general. El texto principal de Macabeos se encuentra en la Apócrifa, que los protestantes no aceptan como Escritura canónica. Y la conclusión que se extrae de Mateo 12:32 es bastante forzada; el versículo de ninguna manera indica que algunos pecados serán perdonados en la próxima vida. Además, el concepto del purgatorio implica una salvación por obras. Porque se cree que los humanos tienen que expiar al menos en parte sus pecados. Sin embargo, esta idea es contraria a muchas enseñanzas claras de las Escrituras, incluidas Gálatas 3:1-14 y Efesios 2:8-9. Desde luego la doctrina del purgatorio tiene algo que resulta muy atrayente. Simplemente no parece correcto que se nos permita ir directamente al cielo, sin sufrir un poco por nuestros pecados. Es difícil para la mayoría de nosotros aceptar la idea de la salvación por la gracia. Pero la enseñanza de las Escrituras debe prevalecer, no lo que nos parece a nosotros lógico y justo; y sobre esta base, el concepto de purgatorio -y de hecho cualquier idea que plantee un periodo de prueba y de expiación posterior a la muerte- debe ser rechazada.