TIEMPOS FINALES (3) – Avaricia
Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… avaros… (2 Timoteo 3:1,2 LBLA).
La avaricia tiene que ver con la acumulación de riquezas para uno mismo. Es una prolongación del carácter egoísta y amador de sí mismo. El avaro solo piensa en su propio bienestar. La avaricia es idolatría, el culto al dios Mammón (Colosenses 3:5). Es el amor por la acumulación: dinero, riquezas, propiedades, etcétera. Los avaros son amantes del dinero, la raíz de todos los males. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores (1 Timoteo 6:10).
Nuestra sociedad está tan dependiente del dinero que nos enloquece la necesidad de conseguirlo a cualquier precio, bajo cualquier circunstancias o traición. La corrupción política tiene gran parte de su base en el robo de dinero público, o el mal uso y despilfarro que se hace del presupuesto. Una sociedad que solo vive para acumular riqueza es necia y acabará perdiendo lo que quiere retener sin compartir. Jesús le dijo a un hombre que no sabía qué hacer con la riqueza acumulada: ¡Necio!, esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto? (Lucas 12:20). El sabio proverbio nos dice: Hay quien reparte, y le es añadido más, y hay quién retiene lo que es justo, sólo para venir a menos. El alma generosa será prosperada… Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá, pero habrá bendición sobre la cabeza del que lo vende (Proverbio 11:24-26). La avaricia hace que los tiempos sean peligrosos. En la versión de la Biblia NTV se resume así: habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero.
La respuesta para ser liberados de este poder hechicero que es la avaricia la encontramos en el evangelio de Jesús. Jesús no retuvo su vida en el cielo, si no que la entregó por todos nosotros. La generosidad del Hijo de Dios quebranta el poder de la avaricia para liberarnos de su idolatría. Está escrito: Mas bienaventurado es dar que recibir. El que siembra generosamente, generosamente recogerá. La generosidad es una de las consecuencias del evangelio en el corazón del hombre. Nos libra de la codicia que hunde a los hombres en la soledad. Jesús dijo que no se puede servir a dos señores. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Los fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de El (Lucas 16:13,14). Las palabras de Pablo a Timoteo siguen siendo más oportunas que nunca hoy: Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos. Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos (1 Tim.6:7,8 NTV).