10 noviembre 2020

 TIEMPOS FINALES (10) – Sin afecto natural

Sin afecto natural

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… sin afecto natural (sin amor)…  (2 Timoteo 3:1,3).

Definitivamente está instalado en nuestra sociedad occidental el afecto hacia los animales sobre el afecto natural. ¿Qué es el afecto natural?  En la Biblia de las Américas esta palabra se traduce por: sin amor. El amor a Dios y al prójimo lo hemos substituido por el amor a los animales, al deporte, la ciencia, la tecnología, el trabajo, el dinero, el sexo, en definitiva, amor a sí mismo y lo nuestro. Perder el afecto natural es perder toda sensibilidad humana, es dilapidar la humanidad. El afecto natural es el amor a los padres, a los hijos, los hermanos, los abuelos, la familia, en definitiva, al ser humano. ¿Por qué se pierde el afecto natural? Esta es una de las respuestas que encontramos en la Escritura: Y como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen (Romanos 1:28 LBLA). O como dice en la versión NTV: Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse.

La fuente del afecto y el amor es Dios. Hemos sido creados a su imagen y semejanza. Sin embargo, el pecado ha deformado esa imagen, aunque existe aún lo innato en el ser humano, el amor por la justicia y la equidad, que se pierden progresivamente a medida que avanza el misterio de la iniquidad, el aumento de la maldad, por tanto, el enfriamiento del amor y la pérdida de los afectos naturales. Vivimos en ese tiempo. Las aberraciones son cada vez mayores y nos impresionan menos. Estamos habituándonos a perder toda sensibilidad. Se impone el interés económico por encima de todo. El amor a las riquezas estropea los mejores amores. El afán de dominio pisotea los valores más elementales que protegen a la sociedad de la descomposición y la corrupción definitiva.

En el evangelio hay sal y luz. Jesús es la luz del mundo y la sal de la tierra. Es el pan de vida, el camino al Padre, la justicia de Dios. Jesús ha dado a luz un nuevo hombre mediante la resurrección. Su naturaleza, por el Espíritu, se ha distribuido a todo el cuerpo de redimidos levantando un edificio, en tres días, de todo linaje, pueblo y nación. El evangelio dice que Dios es amor y lo ha derramado, por su Espíritu, sobre cada uno de sus hijos. En el amor no hay temor. El que ama es de Dios, el que no ama no es de Dios, porque Dios es amor. El amor de Dios se ha expresado en la cruz del Mesías de tal manera, para que todo aquel que en él crea, no pierda (no pierda el afecto natural, el amor), sino que tenga vida eterna.

Virgilio Zaballos Blázquez